No había que ser un genio para saber que, si un médico veía antes a 60 pacientes y ahora le limitan la agenda a 34, iban a sobrar 26 personas que, o van cogiendo citas para días posteriores, con el evidente aumento de la demora para conseguir una, o hay que verles como urgente en el día.
Sí, en algunos centros, ahora los médicos no ven más de 34 pacientes y los ven cada 10 minutos. Es una mejora en la atención, por supuesto; pero sin más profesionales supone un aumento de lista de espera para conseguir cita con tu médico. O un aumento en el presupuesto de la región para ver más.
No os preocupéis, está todo pensado. Los médicos ahora no ven en su turno más de 34 pacientes, pero si deciden hacer unas horas de más, les pagan a precio de oro la hora en la que, también como mucho, ven 6 pacientes. No se sabe de dónde va a salir tal cantidad de dinero cuando antes no había para nada.
Quiero pensar que esta medida sea algo temporal y que, con el tiempo, otros médicos se irán dando cuenta de que ahora pasar consulta no es una guerra porque tendrán TIEMPO para explicar y educar sanitariamente al paciente. Que esto, junto con un aumento de sueldo proporcional y justo, hará que poco a poco la medicina de familia vuelva a ser algo útil y atractivo para profesionales y pacientes, y las plazas vacantes dejen de estar vacantes.
Con un sueldo justo y acorde a la importancia de la profesión, quizás el turno de tarde se acabe llenando, al menos un día a la semana por cada médico.
Incluso, quiero pensar que teniendo ese tiempo por consulta y pudiendo hacer el médico con cada paciente pedagogía sanitaria, poniendo en práctica no solo la curación, sino también la prevención, se consiga poco a poco que los usuarios seamos más responsables y ese conocimiento en autocuidados que tanta falta hace. Quizás hasta se pongan en práctica campañas de información y formación dirigidas a pacientes donde deje de decirse la tan manida frase de “consulte con su médico” para todo.
Si esto ocurre, cada profesional pasará su consulta tranquilamente con tiempo para pensar, y dejarán de pagarse ingentes cantidades de dinero por esas “horas extras” que ahora se pagan para ver a esos pacientes que exceden de los 34 y que no se sabe dónde meter si no fuera por eso, porque el número de médicos es el que es: POCOS, MUY POCOS. Sin embargo, podría cambiar y podría ser que los jóvenes médicos empiecen a pensar que la medicina de familia es bonita, gratificante y que atrás quedaron los tiempos en que pasabas consulta con el miedo, literal, de que te partan la cara por no hacer una baja a alguien que sabes que no la necesita.
Qué bonita es la teoría y qué difícil la práctica. Dejadme soñar
Una vez despierto de mi ensueño me encuentro con que los pacientes se quejan porque la cita que le ofrecen no es con su médico, ya que el suyo no tiene hueco hasta pasados 6 días. Que cada vez que alguien falta, toca descitar (que no repartir) para que esa gente acuda otro día o, con suerte, a esa agenda extra si es que la hay. Pero al paciente hay que llamarle.
Que nos piden consultas telefónicas que ya no hay y que los pacientes siguen echando la culpa de absolutamente todo a los administrativos que lo único que hacen es sobrevivir ante la creciente exigencia de la población, gestionando la demanda y el descontento de todos con cada vez más responsabilidades, pero mismo sueldo. Quedando mal porque el sistema telefónico no funciona y el paciente cree que la llamada suena en el centro de salud cuando no es así, porque ahora las llamadas se dirigen a un call center que se ha saturado y que, si nadie coge, no le llueven las críticas porque son un “ente” sin rostro, que para poner el rostro y que nos lo partan ya estamos nosotros, los administrativos.